En un lugar singular, entre dos grandes y nuevos vacíos urbanos producto de la renovación del casco antiguo de la ciudad, se construye este edificio como consecuencia de la protección patrimonial de dos viejas casas existentes.

 

Esto tiene consecuencias muy favorables tanto para los dos espacios urbanos que así siguen siendo dos sin fundirse en uno de excesivas dimensiones como para la calidad de las viviendas de medida reducida construidas que disfrutan de unas magníficas vistas sobre las dos grandes plazas. El examen del estado de conservación de los dos edificios protegidos, llevó a mantener solamente las dos fachadas en ángulo de los antiguos inmuebles al ser del todo irrecuperable el resto.

 

A partir de ahí, y para evitar la casi siempre situación penosa de edifico nuevo con piel antigua por delante a modo de velo, se proyectó un edificio compuesto por tres piezas reconocibles en el exterior por las fachadas de estuco conservadas, la interpretación de la clásica medianera de ladrillo visto con huecos añadidos, y el conjunto de galerías de hormigón, retranqueadas y con giros que completa la nueva edificación. El objetivo es llegar a la roca compacta por suma de fragmentos bien

ensamblados.

 

Esta composición tripartita persigue la obtención de un volumen sólido, edificio entero, construcción de verdad, que resuelva arquitectónicamente estos sugerentes conflictos de contrastes de épocas y tiempos, que se dan en los cascos antiguos de las ciudades.

 

Como consecuencia se obtienen interiores peculiares y precisos al haber actuado de esta forma. Las estancias se cualifican al entrar en contacto con las distintas superficies de periferias. Cada apartamento, dentro del perímetro general y complejo así definido, encuentra su forma particular y

su privilegiada relación con las magníficas vistas exteriores.